En la actualidad el estudio de las tormentas tropicales se realiza sobre
todo a través de las imágenes tomadas por satélites. Pero éstos comenzaron a
registrar datos en la década de los 70, pero necesitaban una muestra temporal
más amplia y recurrieron a un tipo de sensores muy diferentes de los que se
usan habitualmente en meteorología: los
mareógrafos que se encargan de medir las subidas diarias del mar.
Los científicos han recogido las temperaturas globales durante el periodo
de estudio para comprobar si existía una tendencia al aumento de los ciclones
tropicales cuando el clima es más cálido, y así fue, descubrieron que la
temperatura global ha aumentado 0,7ºC desde 1923, pero el mayor aumento ha sido
desde la década de los 80.
Las tormentas tropicales se forman cuando grandes cantidades de vapor de
agua se concentran en columnas sobre la superficie del océano y se van
enroscando unas sobre otras girando en círculo. El funcionamiento es similar al
de una olla con agua caliente: el vapor comienza a concentrarse sobre la
superficie y forma corrientes que pueden apreciarse antes de que el agua
hierva. A una escala totalmente diferente, el océano se comporta de la misma
forma, el agua de la superficie se calienta y el vapor comienza a ascender en
columnas, pero sólo cuando la temperatura alcanza unos 27º C o más se forma
este fenómeno que es arrastrado por los vientos, y cuanta más temperatura,
mayor tamaño tendrá este fenómeno.
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