Venter asegura que los investigadores de su equipo ya han empezado a hacer
pruebas en terrenos muy parecidos a Mart. Por su parte, la "Máquina
Personal de Genoma" de Rothberg ya está siendo adaptada a las condiciones
de trabajo en Marte.
Ahora bien, ¿Cómo llevarán los dos magnates (o uno de ellos) sus máquinas
hasta el planeta rojo? Tras el aterrizaje del Curiosity el pasado mes de
agosto, no está prevista otra misión a Marte por lo menos hasta 2018, y por
ahora nadie ha dicho que en ella vaya a viajar también un secuenciador de ADN.
Al contrario, sus posibilidades son
de llevar a cabo una misión de "ida y vuelta". Es decir, una que sea
capaz de obtener muestras de Marte y de traerlas después a la Tierra para
analizarlas a fondo en las grandes instalaciones científicas.
Pero Venter y Rothberg están convencidos de que ese no es el mejor método,
ya que existe el riesgo de que esas muestras se contaminen con material
biológico. En caso de ser positivos, las dudas de contaminación suscitarían una
polémica y la cuestión de si hay o no vida en Marte seguiría
estando abierta. Por eso, ambos creen que lo mejor es analizar ese posible ADN
"in situ", sobre el propio terreno marciano.
Se apunta que el ADN marciano, de existir,
tiene muchas posibilidades de ser el mismo que hay en nuestro planeta. Se ha
calculado, por ejemplo, que durante los últimos cuatro mil millones de años y
gracias a un gran número de colisiones e impactos de meteoritos, ambos mundos han
intercambiado, por lo menos, mil millones de toneladas de rocas.
Si su idea se demostrara acertada y efectivamente consiguiera algún
material genético marciano, Venter intentaría después reconstruir en sus laboratorios organismos vivos de Marte. Eso sí,
en un laboratorio de alta seguridad, para evitar que esos organismos queden
libres y puedan causar algún daño a los seres vivientes de la Tierra.
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