El sistema se basa en un acoplamiento de dos bobinas
eléctricas, aisladas y acopladas magnéticamente a través del aire. El usuario
solo tiene que colocar el coche, que posee un receptor de energía en los bajos,
sobre esta plataforma, lo que facilita la carga del vehículo, ya que al
finalizar se interrumpe de forma automática y el conductor no tiene que salir
del vehículo.
Con este tipo de carga,
los vehículos eléctricos no tienen que estar en contacto con la fuente de alimentación,
por lo que puede quedar a varios centímetros de esta. El receptor del vehículo
se encarga posteriormente de transferir esa energía a una batería, de la que se
alimentará el motor eléctrico.
Este tipo de tecnología está en desarrollo, pero cuando se
confeccione podrá sustituir los motores de combustión de autobuses y camiones,
de forma que se podrá reducir la contaminación atmosférica.
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